" 'Tis some visiter," I muttered, "tapping at my chamber door -
EDGAR ALLAN POE
No hay gaviotas en Venecia sino cuervos.
Dimitris (antes llamado Mitsos)
pasea su gabardina
de piel negra
por los canales desconchados.
Quoth the Raven “Nevermore”[2]
Pianista de heavy metal,
guerrero universal de la autodestrucción,
devorador insomne de cigarrillos,
sus cabellos eternos desafían al viento,
se enredan en mi vientre y me ahogan.
“No hay historia de amor en Venecia
sin ángel caído.”
Debajo de un puente gris - el más triste
de todos -, sobre una alfombra húmeda
de baldosas cuadriculadas,
Dimitris empotra contra la pared
el trasero blanco de Noema (la mujer
en que me convertí tras peluca).
Terriblemente bello,
el ángel griego de las sombras
arranca con sus pálidos dedos las alas
de mi espalda.
Dejo que sangren las heridas de otros...
Cientos de guerreros medievales
(escapados de un libro de ciencia ficción)
siguen al antihéroe por el barro.
Están llenos de muerte,
como yo, como él.
Quoth the Raven “Nevermore”.
Colombina medieval, cortesana de cabellos
rubios y pezones ampliamente decorados,
dejo que el Cuervo me flagele
y me ame
porque, perdido todo ya
y ante la muerte:
Nothing Else Matters[3].
La canción de Metallica
precipita el diluvio.
“Te espero en la oscuridad de mi cuarto,
sólo eso y nada más”.
La memoria demoníaca trabaja como un sarpullido
en la conciencia,
los caminantes me reconocen por la Ciega,
oigo un nombre: Avalón
y me desnudo,
cien guerreros hacen sonar sus armas,
Dimitris comienza a penetrarme,
me lleva por el sexo al Ponte dei Sospiri...
allí donde veían los antiguos condenados
el último rayo de sol,
allí donde debe partir sin más
el último vaporetto hasta la muerte...
nuestro último vaporetto
hasta la muerte.