domingo, 30 de noviembre de 2008

Bolsa de agua caliente



A María Alicia G. que acaba de mandarme un poema inspirado en Hedonia desde Buenos Aires, que forma parte de su último libro, gracias mujer hermosa por alegrarme el día y pasear Hedonia por tu ciudad.


A veces una necesita una buena bolsa de agua caliente, especialmente si su compañero de vida y lecho anda de bolos y dicen por la tele (¿por qué vería yo al hombre del tiempo?) que hay una nueva ola de frío polar. A veces, una necesita una buena bolsa de agua caliente que pegarse a los riñones cuando, por avatares de la vida, no está la espalda conocida o el dueño del abrazo mata-insomnios. Otras, como ayer por la noche, después de meterme con mi hombre y la bolsa en la cama, compruebo que el objeto -de golpe innecesario, hasta molesto- permite regresiones al pasado… Hubo, hace mucho tiempo, una bolsa de cuadros rojos que perteneció a mi abuela andaluza- mujer de palmito trenzado en verano y bolsa caliente en invierno, con la que yo de niña adoraba dormir-, después vino Bugs Bunny (Martita la tuya era Silvestre), una muñeca con mi nombre (que no daba calor pero sí reconforte), un gran amor, amantes hermosísimos y efímeros, un bebé negro con alas de plástico, amantes-personaje que duraron toda una eternidad... He soñado algo extraño: con un nuevo programa buscaba a uno de ellos en el ordenador (a mí lado su novia oficial de entonces, mi compañera en el periplo) y obtenía toda la información privilegiada de su vida amorosa. Tuve miedo en el sueño (celosa de mi intimidad) de que alguien pudiera hacer lo mismo con la mía y me pregunté por qué ella y yo, después de tanto tiempo y tanto “amor-odio” mutuo, al ver los resultados teníamos la misma reacción: hastío, indiferencia. Hubo un tiempo en que me gustaba muchísimo dormir sola y las bolsas de agua caliente andaban de paso.

8 comentarios:

Myriam M dijo...

Poema de "Anarquias de las nubes" por María Alicia Gutiérrez

"siempre me persiguen
no es sencillo desmarcarme
son dos

una de ellas
maldita, cruel y sin escrúpulos
interroga, tortura
la otra
benévola, aquietada
concilia

a veces
mis sombras
se entrelazan"

a M.M., por el placer de Hedonia

Gracias de nuevo María! Tengo un viaje pendiente a tu ciudad!

doctora queen dijo...

Buenos días sister.

Tu hermana mediana aquí recién levantada después de una nueva noche de pesadillas psicológicas arrebuscadas (porque veré perdidos??), tomandose el café con leche y sacando a pasear por el balcón a mi nuevo silvestre. Ahora entiendo porque me gustan los gatos. Gracias por la regresión.

Ayer estrené la bolsa de agua caliente que me compré imitandote y también me trajo algunos recuerdos, aunque no tan nítidos, y me puso un poco triste.

Precioso el poema de Maria Alicia, saludos desde la Barcelona helada al Buenos aires primaveral.

Anónimo dijo...

Curiosa vida la de las bolsas de agua caliente... Yo, en cambio, tengo un cojín de pepitas de cereza que desprende un olor que evoca huesos frutales y mordiscos lascivos. En los momentos fríos y bajos, siempre me acompaña...

Vintage dijo...

Lo mio es más campestre mucho más campestre, me lo has recordado
Teniamos una casa en Sant Vicens y mi abuela, calentaba en el fuego a tierra un ladrillo refrectario lo liaba en una toalla fina y me lo metia en la cama, lo pasaba por toda la cama y luego me llamaba, venga maña a dormir q ya tienes calentita la cama.
Y ahora mi padre, no te rias, que tienen calefacción, pero vivimos en el norte y hace un pelo q deja helados los huevos ( literalmente), antes de que se meta mi hija en la cama, se mete él, cuando está caliente la llama
Vamos cariño, le dice, ya tienes caliente la cama.
Yo le digo papim, q la nena no es friolera
Quita hija q hace frio y mi niña no tiene q pasarlo
Ella encantada de la vida, mi padre se levanta y le da un besazo
jwejejje
no puedo dejar de pensar en el ladrillo y en los riñones de mi padre
Cada uno a su manera nos calentaba la cama
muakkkkkkkkkkkkkk

Fernando García-Lima dijo...

Para dormir, lo que es dormir, nada como una bolsa de agua caliente. Y en diagonal.

Besos

J.Mares dijo...

Querida Lilith, reconozco tus bolsas de aguacaliente.. Todavía debo tener alguna en el armario debajo del fregadero, de esas que mi madre se empeñó en regalarme cuando me mudé a una ciudad más fría. Luego me entró la nostalgia y en vez de tirarla, viajó conmigo, una, dos, tres veces, algunas amantes después... Te confieso que prefiero dormir sin ella.

Besotes, gracias por venir a verme de vez en cuando.

Tristancio dijo...

... un cuerpo solo dibuja un espacio vacío (cóncavo o convexo, como una C redonda) que necesita llenarse de tibieza, sobre todo cuando arrecia el frío. Y para eso están las bolsas de agua (guateros acá)o las almohadas... o la mantita del niño que fuimos, y que suele regresar en las noches de insomnio.

Una abraçada.-

Laia dijo...

Me he acordado de mi parto, con mis compañeras las bolsas de agua caliente, las teniamos de todos los tamaños, pero la mejor la bolsa pequeña naranja de Marta (¿te cuerdas doctora?). No sé que hubiera hecho sin ellas...