lunes, 16 de junio de 2008

Should I stay or should I go?

Malditos seáis Sid y Nancy y todos los que hicieron de vosotros mitología del punk. Sid era borderline, Sid se autolesionaba, Sid tomaba drogas duras, Sid era un desgraciado que no sabía o no quería vivir… pero mis amigos estaban llenos de vida, eran unos críos sin formar, que pasaron del colegio privado, al grupete de música punk (rock), la estética punk y al caballo. El maldito caballo que se los llevó pronto, antes de los 20 (los menos, pero los más afortunados), tarde (ya muy deteriorados) o los convirtió en esquizofrénicos de por vida, suicidas, miembros de sectas religiosas, mendigadores de 25 pesetas para coger el autobús, o cocainómanos empedernidos muertos en la treintena de un ataque al corazón. Supervivientes cuerdos, de aquella enorme pandilla de niños, no recuerdo casi ninguno. Existen los desaparecidos, aquellos por los que da miedo preguntar por si tu amiga de toda la vida responde la palabra terrible: “muerto”. Por otro lado estábamos las niñas, no niñas de papá sino niñas de barrio, más listas… no caímos ninguna; también escuchábamos a los Pistols y a todos los demás, también llevábamos botas dr martens (rojo cereza) traídas de Londres, minifaldas de leopardo, chupas de cuero y cabellos teñidos, pero ninguna queríamos ser Nancy, ninguna admirábamos a Sid, solamente nos limitamos a inventar una ayuda (si alguien es capaz de ayudar con 15 años) y tras ser rechazadas, a besar sus labios de nuevo, alejarnos y verlos uno a uno menguar y desaparecer… o a caminar por la calle, años más tarde, acompañadas de alguien con quien has compartido tantas cosas, y a no sentir vergüenza cada vez que ese "yonqui" paraba a un transeúnte y le pedía unos duros. Ése fue el gran dolor de mi adolescencia, y es que Valencia a finales de los 80 era “droga dura”.

Un día después, una vez recordadas vuestras caras, risas, bromas... nuestros besos, bailes, juegos, en fin, de adolescentes precoces... apago la rabia con que a veces me cubre la tristeza, y bailo con vosotros, estéis donde estéis. Hasta siempre! (eso sí, por razones obvias, elijo a The Clash).

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