martes, 17 de junio de 2008

Cicatrices


Hidden_Beauty_by_Windcharmer


Nosotras,

las que caímos tantas veces que creímos ver cromosomas nuestros en el suelo, las que nos acostumbramos a nadar con el asfalto por las rodillas sin reparar en los cascotes, las que nos despedimos del abismo con la esperanza de que fuera (por siempre) la última vez, las que estamos sanas porque nos supimos enfermas, las que nos agarramos a la última cuerda del penúltimo naufragio y logramos trepar, de nuevo, al bote salvavidas, a pesar de…

Nosotras,

las que acariciamos con vértigo la locura pero nos pusimos a salvo por los pelos...

¿Qué podremos darles a las vivas?

A las que no supieron antes del inmenso dolor de la llaga que cruje, a las que llegaron tarde repetidas veces a la silla de la malquerida, a las que no enfermaron nunca porque se necesitaban sanas, a las que no pidieron ayuda porque siempre estaban sujetándonos la cuerda…

¿Cómo ayudarles a resucitar?

8 comentarios:

ultrarrojo dijo...

me alegro de que te haya gustado! actualmente tengo verdadera obsesión por ella, pero en el buen sentido, digamos que estudio placenteramente lo que hizo.

Txe Peligro dijo...

qque imagen la de los cromosomas por el suelo..

Miss Morpheus dijo...

EMPATÍA.

Sólo el que se ha visto en la situación puede ser consciente del dolor de las heridas que aún sangran a borbotones al mínimo roce.

La valentía, la fuerza, la pasión... no nos libran del dolor. De esa sensación tan insoportable que provoca que caigamos al suelo derrotados.

Aunque nos satisfaga echarnos al hombro el peso de los demás, tenemos que saber en qué momento "permitir" al otro compartir nuestra carga.

A todos nos gusta sentirnos útiles y ser capaces de sosegar el alma de las personas a las que queremos y que sabemos que sufren.

las cicatrices quedan, pero las heridas sanan.

Tomás dijo...

No siempre. En ocasiones hay heridas que reflotan cuando menos te lo esperas, cuando todo va viento en popa, de forma cíclica... ¿Apego a la aflicción?

T.C: Hay algo en mi vida que me ha infligido una terrible herida y parece ser incurable. Lo recuerdo todo hasta el mínimo detalle. Es como si viera con toda claridad aquellas habitaciones de St.Louis y Nueva Orleáns. Ahí empezó mi claustrofobia y mi temor a ser abandonado. Ella me encerraba allí [su madre] y todavía no he podido salir. Ella fue la causa de toda mi ansiedad. Quien no la haya padecido no sabe lo que es. Tiene la misma relación con la ansiedad común que la migraña con el dolor de cabeza. Vivo con esa ansiedad constantemente. Nunca llego a librarme de ella. Uno de mis personajes, Holly Golightly, bautizó esta hiperansiedad como los “viles sofocos”. Tienes miedo y te hartas de sudar. Pero no sabes de qué tienes miedo. Lo único que sabes es que va a suceder algo malo pero no adivinas qué.

Tomás

MBI dijo...

:...:
::::
¨¨¨¨
++++
hasta pueden quedar
contemporáneas...
cicatrices,
revístelas.
Mueren solas.

Anónimo dijo...

Queridísima Lilith
no tengamos miedo, si hay que caer, caeremos una vez más, y viviremos lo que tengamos que vivir, pero lo importante es este momento de ojos abiertos, este instante irrepetible en qu eel corazón vuela sobre el fuego.
Llop

Myriam M dijo...

La verdad es que en este momento me duelen más las heridas ajenas que las mías. Los que me conocéis bien sabéis de mis cicatrices profundas, pero también de mi capacidad de resucitar cual Ave Fénix (caída tras caída). Yo tengo la poesía que me salva y la experiencia de haber buceado una larga temporada por el lodo, otras están abriéndose ahora caminos entre las tinieblas. ¡Confío en que sabrán encontrar su propia luz!
Todo dolor sirve de aprendizaje...

Diego dijo...

Aquí van para ti unas líneas de Unamuno que pertenecen a su novela "La tía Tula". Estoy seguro de que sabrás comprender por qué las elegí. En su lecho de muerte, Tula dice:
"Pensad bien, bien, muy bien, lo que hayáis de hacer, pensadlo muy bien..., que nunca tengáis que arrepentiros de haber hecho algo y menos de no haberlo hecho... Y si veis que el que queréis se ha caído en una laguna de fango y aunque sea en un pozo negro, en un albañal, echaos a salvarle, aun a riesgo de ahogaros, echaos a salvarle..., que no se ahogue él allí... o ahogaos juntos... en el albañal... Servidle de remedio..., sí, de remedio... ¿Que morís entre légamo y porquería?, no importa... Y no podréis ir a salvar al compañero volando sobre el ras del albañal porque no tenemos alas..., no, no tenemos alas... o son alas de gallina, de no volar..., y hasta las alas se mancharían con el fango que salpica el que se ahoga en él..."