viernes, 14 de diciembre de 2007

Abuela materna





Los dedos como garfios que hacen cuentas,
los ojos que no miran, que no asienten,
los ojos tan azules de vacío,
el rostro inexpresivo sin pasado,
el rostro bello, escasas las arrugas
en la conversación de crucigrama,
preguntas con respuestas que no vuelven,
preguntas tras preguntas, repetidas,
la pierna en un cojín azul marino,
la rodillera que no calma miedos,
el vaivén infinito de caderas,
los dos bastones,
la muleta torpe,
la bella lentitud de cada paso,
el olor a pasteles que no inunda,
el fuerte olor a orín que no perdona
el paso de los años,
la tristeza
de verse reducida a la bañera
la eterna campeona de piscinas,
la siesta en una enorme mecedora
junto al teléfono, sólo por si acaso,
el S.O.S. colgándole del cuello,
las llaves de mi abuelo en el bolsillo
no sea que se escape alguna noche,
la muchacha que peina, hace masajes,
la muchacha que ayuda en la mañana,
las hijas que se turnan
los amores,
las hijas hechas madres de cariño,
las hijas rellenado pastilleros,
el xic, el hijo, desaparecido,
los dedos como garfios que hacen cuentas.
Te cuento de mi vida en Barcelona…
Los ojos tan azules de vacío
sonríen, viejos ya, llenos de historias,
aunque tal vez no sepan hace un rato
quién les trajo la leche y quién la cena.

PD: Este es un poema muy sentido y muy difícil de escribir sobre una de las grandes maestras que he tenido en mi vida. Te quiero abuela!

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