jueves, 3 de abril de 2008

Desde que no escribo


Esta noche he soñado que perdía los dientes. Uno a uno, a veces en pareja o en grupo, caían a mi mano para ser depositados en múltiples bolsillos. Cuando los juntaba para enseñárselos a mi familia, nadie me hacía caso, a pesar de que en lugar de dientes tenía cavidades inmensas (tamaño cueva) repletas de un líquido blanquecino. Todo el mundo estaba demasiado ocupado cuidando a otros enfermos.


En otro plano me he visto a mí misma abriendo una entrada en mi blog titulada ¡SOCORRO! donde me quejaba de las dificultades que últimamente tengo para escribir y pedía desesperadamente ayuda. También protestaba en el texto, he usado la palabra “basura”, por lo malas que son la mayoría de entradas, que se suponen literarias, y que he leído últimamente en blogs de gente desconocida, seguidas de un aluvión de comentarios del tipo: muy bueno este cuento amiga, esta vez te has superado, etc, etc. En fin, que sueño luego existo.


Nada que hoy me levanté incómoda y dudé de si todavía era poeta, lo que para mí es como dudar de si soy escritora, en pocas palabras: una catástrofe. He recordado entonces lo que ha aumentado mi capacidad de observación a todos los niveles y mi faceta de lectora. Supongo que soy una escritora, como bien ha apuntado mi pareja, en letargo y me gusta pensar que este letargo no será permanente y que voy como una hormiga almacenando materiales, mientras disfruto de rascarme la barriga debajo de un árbol como buena cigarra. Otra rallada.

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