viernes, 18 de enero de 2008

Classical Concerts:Bohemia saxophone quartet in the unique baroque chapel



“El arte del vagabundeo por las calles de la imaginación revela la verdadera historia de la ciudad moderna”

E. VILA- MATAS -Historia abreviada de la literatura portátil.

1.- L. BERSTEIN.- Ouverture to Candide

Empiezo el viaje con una predisposición absurda a dos colores. Estoy segura de que Praga es una ciudad en blanco y negro. En la mente cuatro cosas: la fotografía de un Kafka jovencísimo con sombrero de bombín junto a su perro, tres versos de Rilke, las frases de Kundera sobre el concepto de “amistad erótica” y la necesidad imperiosa de corroborar las impresiones de Vila-Matas sobre la pesadumbre vivida en la ciudad por Benjamin, Duchamp y el resto de miembros de la conjura de los portátiles. Imagino calles estrechas mal iluminadas, un cementerio judío en eternas brumas, libros reducidos abandonados en las esquinas, Jazz, Golems paseantes, Peterpanes oscuros, Odradecks, más Jazz...

2.- A. DVORÁK.- Slavonic Dances

No.8.- Aterrizo. Nada es lo que parece. La ciudad está cubierta de una gruesa capa de nieve. Es de un blanco insultante que daña los ojos. Empiezo a echar de menos el negro. En el primer contacto con sus calles descubro que los palacios renacentistas o barrocos no me llenan. Echo de menos, también, las piedras góticas sangrantes de humedad y moho. Los tonos pastel que decoran los edificios me provocan una cierta repulsión. Creo que el barroco y yo vamos a tener un serio problema de comunicación artística. No soporto los dorados ni las curvas. En algún lugar de esta ciudad habré de reencontrarme con mi alma profundamente medieval...

No. 10.- Cae la noche. Cae como un cabello de varón ajeno sobre mis ojos. La sensación de paz no dura mucho. Los copos de nieve disturban el primer atisbo de la ansiada melancolía. Hay un reloj astronómico bellísimo cuya creación costó los ojos al maestro Hanus. Toda la ciudad son ventanas. Recuerdo la afición del pueblo checo por la defenestración, a Gustav Meynrick muriendo azotado por el frío de cara al amanecer, a los shandys bailando danzas africanas junto a las ventanas de las viejas pensiones del barrio judío que han debido desaparecer...

No. 15.- Primer contacto con el negro. La iglesia de San Nicolas muestra sus nalgas desafiantes al ocaso. Las torres de la iglesia de Nuestra Señora de Tÿn sobresalen como pechos diabólicos sobre la blanquísima fachada renacentista. Respiro relajada. El viaje exterior pierde por fin su capacidad de carecer de sentido. Me adentro por las pocas callejuelas que aún conservan casas bajas, aspiro la humedad de las calles mal ventiladas y me quedo absorta, como una niña, delante del primer escaparate de marionetas y juguetes antiguos. Hay una sombra de mujer dibujada en la luna de luz de un teatro negro tan colorido que resulta patético. Surge una de mis necesidades vitales: debo recorrer los talleres artesanos de marionetas hasta encontrar una Lilith articulada para mi colección...



3.- D. MILHAUD.- Scaramouche

I. Vif.- Llego al recinto del castillo. Entro en la magnífica biblioteca del monasterio Strahov. Primer momento mágico del viaje. Miles de libros antiguos armoniosamente colocados en estanterías, dobladas bajo su peso, evocando curvas de mujer y unos frescos en el techo que oponen sabiamente el conocimiento a la guerra. Sé que podría vivir e incluso morir en un lugar recargado como éste, rodeada de libros. Encuentro también la vitrina de las Biblias en miniatura. Primer contacto con el mundo shandy. Me recreo imaginando a Benjamin, siglos después, diseñando la máquina pesa obras, validadas para ser transportadas en maletas eternas. Creo q empiezo a reconciliarme con el dorado. No así con los tonos pastel...

II. Modéré.- Amo las iglesias. Cualquier recinto religioso me produce una paz especial. Mayor cuanto más antiguo es el edificio. Empiezo a creer que es un asunto energético, algo que tiene más que ver con las piedras que con mi antigua educación católica. La catedral de San Vito es alucinante. Desprecio la parte neogótica de reciente construcción, las coloridas vidrieras de principios del XX. Prefiero la sencillez de esa especie de enrejado con forma de enjambre (sólo cristal y nudos de hierro) que decora las ventanas de arco ojival. Me adentro en la parte más antigua, respiro hondo entre capillas con reyes y santos enterrados, reliquias, lámparas enormes que cuelgan maravillosamente de un hilo, estatuas y cuadros religiosos de todos los siglos y estilos (abandonadas a su suerte en esta especie de cajón desastre). Adoro sobre todo la capilla de San Wenceslao, cuyas paredes están decoradas con frescos góticos de colores sobrios y piedras semipreciosas que brillan en la bruma de la oscuridad. Me quedo unos instantes en silencio. Paz, paz y más paz...


III. Brazileira.- La mayor parte del antiguo palacio real no me parece interesante. Poco queda, después de la restauración, de la antigua construcción de los siglos XII y XIII. Lo único que me impresiona es la enorme sala Vlasdislav, con su suelo de madera, donde se celebraban justas y banquetes. Una vez allí, cojo a mi hermana, imagino el ruido de los cascos y cierro los ojos para bailar un valls... Lo mejor del castillo son sus alrededores, las pequeñas casas- en otra época albergue de científicos, artesanos y alquimistas- adosadas a su muralla formando la denominada Callejuela del Oro. Las recorre por dentro una exposición terrible de armaduras medievales. Descubro unos envoltorios de hierro y terciopelo para falos que no sé por qué causan un efecto de llamada fulminante en mi líbido últimamente inexistente. La casa nº 22, que Kafka habitó hacia 1917, tampoco corresponde a mi sensación de blanco y negro. Es azul, azul pastel, para más inri...


4.- A. PIAZZOLLA.- Histoire du Tango

Llevo días bailando con esta ciudad. Hay en ella un tango de esperanza que me hace llorar. Llorar como la primera vez que una entra en la Václavské Namesti (plaza de San Wenceslao), símbolo de libertad, y siente que se le hinchan los pulmones ante la avenida vacía y el pequeño mausoleo de Jan Palach. Llorar como los primeros cinco segundos en la Sinagoga Española del barrio judío, dónde una se ve rodeada por los nombres y apellidos de las 80.000 víctimas checas del holocausto y observa familias enteras y niños y más niños. Niños como los que dibujaron y escribieron poemas en el campo de Terezín y que no regresarían a Josefov jamás. Nada tan espeluznante como contrastar que al lado de cada dibujo había tres fechas. Nada más triste que no dejar de pensar en los niños palestinos que hoy corren la misma suerte. Cabrones! Algo sin embargo reconforta: este tango no puedo ni quiero bailarlo sola...


5.- G. GERSHWIN.- RHAPSODY IN BLUE

Supongo que es una señal. Una capilla barroca donde escuchar a Gershwin, tan amado por mi José Hierro. Es la increíble “Rapsodia en Blue” que da título al segundo poema de Cuaderno de Nueva York, el libro de mi tesis. No menos increíble el poema. Recuerdo algunos versos que se me quedaron grabados: “Alguien me advierte que estoy solo. Tomo a mi niño de la mano para espantar el miedo. Y no hay niño. No hay nadie...”. Los cuatro saxofones intercalados, superponiéndose, interrumpen mi ensoñación. Estoy aquí, rodeada de oros, de espejos, de frescos, con un ojo de dios enmarcado en un triángulo que me observa desde el techo abovedado. Ángeles, sin sexo identificable, blancos, blanquísimos, abren sus alas en las bellas columnas de un color salmón que empiezo a aceptar en mi canon de belleza. Me reconcilio de una vez con el barroco, con la vida, con el mundo. Diez minutos eternos abriendo y cerrando los ojos, abrazando por fin a esta ciudad que me ha hecho sucumbir a un policromatismo impensable... Además encontré el blanco y negro. Algo tan simple como una postal antigua, donde una mujer decimonónica me cede sus ojos para mirar por unas lupas el puente de Carlos... Es la hora de partir. Cierro mi maleta de aprendiz de escritora portátil, acaricio por última vez la nieve con los ojos... una bocanada de bruma, un libro nuevo, un poco de buen Jazz... Na sheledanou (hasta luego)... No puedo decir adiós a esta ciudad.

2 comentarios:

Diego dijo...

Claro que me gustó, Lilith, es una conjunción muy de tu estilo de música, colores y referencias literarias que da mayor vuelo a un viaje fascinante. No creo que una compañía de viajes te lo aceptara como guía (porque esas guías son "convencionales"); aquí hay más que la descripción de un viaje: está tu forma poética de ver el mundo.
¿Encontraste la marioneta de Lilith?
Un abrazo.

Myriam M dijo...

La encontré, es como una Lilith de las nieves, hermosísima y a la vez extraña, además no hay otra igual (es una marioneta artesana)

Fue un viaje para el inolvido