sábado, 19 de abril de 2008

La pasión de Morgana


John Carroll Doyle

Creo que nací con el deseo bramando en mi boca. Vine al mundo desnuda y, desde entonces, deseé el contacto del aire con mi piel. Cuando me visto - mejor dicho, cuando me disfrazo, porque mi único vestido es mi cuerpo- sólo deseo exagerar lo que hay debajo del ropaje: medias con liguero que se caerán tarde o temprano, faldas llamativas fáciles de desatar, zapatos fetiche que esconden la verdadera lujuria de mis pies, e incluso el rouge exagerado de mis labios que solamente resalta la carne que hay debajo, lista para ser besada, mordida, abandonada.
El abandono es lo que más aviva mi deseo. No puedo desear nada que permanezca, un hombre o mujer que decida quedarse a mi lado está predestinado a morir o al suicidio (y ya van dos a pesar de mis 23 años). Por eso elijo concienzudamente: intelectuales egocéntricos que sólo pueden enamorarse de sí mismos o artistas histriónicos que tienen en su disciplina su único amor. No quiero que la vida me depare más sorpresas.
En mis momentos bajos soy adicta al sexo de todo tipo y a la adulación. Mi pubis desnudo (tengo fobia al vello desde que era niña) acoge y arremete con todo lo que se le ponga por delante. Y es que, cuando una se siente lodo, es el deseo del otro lo que la con vierte en estatua y de ahí en cuerpo. Como buena Ave Fénix renazco al contacto del semen o del flujo gustoso de alguna mujer; eso sí, siempre mayores que yo, que me sigo considerando una niña.
Mi deseo más escondido es el de disfrutar un número par de veces de la sensación de saciedad de todo aquello que se asemeja a la perfección; por eso escucho dos veces la misma pieza, releo dos veces la misma página e incluso tengo mis orgasmos en número par. Aunque hay algo en mi vida que parece romper esta tradición y no es así: un viejo sillón negro de lectura (heredado de mi abuelo) y un pendiente solitario de perla negra, que hace pareja con el sillón de cuero, y que es la única pieza que soporta mi cuerpo cuando me sumerjo en la más febril de mis pasiones: una buena lectura poética a ritmo de jazz.

5 comentarios:

Tomás dijo...

Me ha venido a la cabeza:

"Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht).Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad" (Kundera)

Saludos

Diego dijo...

Me enamoré de Morgana, o quizá de su temeridad, no lo sé muy bien. De cualquier forma, ha sido un gusto conocerla, ojalá siga escribiendo. Y gracias por presentármela. Un abrazo.

Diego dijo...

"El abandono es lo que más aviva mi deseo. No puedo desear nada que permanezca, un hombre o mujer que decida quedarse a mi lado está predestinado a morir o al suicidio". Imagino a Morgana diciéndome esto, y me imagino a mí aplaudiéndola mientras tiemblo. Pero sólo son imaginaciones, intuyo que Morgana no encontraría en mí nada interesante como para decirme algo. Un abrazo.

Dejame que te cuente dijo...

tremenda esta morgana...
me gustó mucho eso de que su cuerpo es su unico vestido...(o algo asi)..
y que el resto es solo un disfraz...
em da que pensar...porque yo jmas me senti comoda ni agusto con mi"estido real"...necesito disfrazarme constantemente...pero hasta conmigo misma...
asi que quizas deba de replantearme muchas cosas..
excepcional texto como siempre reina..
otro besazo

Anónimo dijo...

Mi deseo más escondido es el de disfrutar un número par de veces de la sensación de saciedad de todo aquello que se asemeja a la perfección; por eso escucho dos veces la misma pieza, releo dos veces la misma página e incluso tengo mis orgasmos en número par.

tu relato me distrajo en esa parte. me puse a pensar, ya que puedo ser sincera, en el sexo que quiero. QUE QUIERO.

y me distraje, la verdad.. y tuve que leer ese párrafo dos veces, porque la primera lo leí sin leer.
y me reí. y desperté a la jovencita que vive conmigo. me reí fuerte y se sintió en mis labios y me dio placer.

gracias. =)


anónimamente dani.