A veces la distancia no es más que un salto pequeño, lo que a una le supone levantar la pierna y apoyarla en el suelo sin dolor. Algo tan simple como una llamada de teléfono para escuchar a alguien que te necesita. A veces la vida es igual que el dolor de rodilla crónico que padezco, te sorprende en mitad de la noche con un susto, o en mitad de la mañana con una llamada que te salva de un incierto destino. No sé si es una cuestión de energía, pero estoy convencida que todo lo bueno que das vuelve de otra manera. Yo cuido, y otro me cuida y el destino se encarga de todos. Y cuando algo es adverso, el que lucha contra su sino, no aprende más que el que se deja llevar. ¿Es justa la inercia? ¿Es el mundo una cuestión de casualidad? Demasiado triste dejar en manos de los dioses la inocencia, la ternura, la sexualidad e incluso la tragedia. He aquí mi mano, la mano de una mujer, porque últimamente todo son mujeres, resurgiendo triunfal de las cenizas, sacudiéndose el polvo del pasado, rascándose el recuerdo de unas alas que nunca debieron desaparecer. A veces me olvido de que soy capaz de volar, y de que hay ascensores y paracaídas, además de huecos de escalera. No sé por qué, pero hace un par de días que he vuelto a creer en las palabras.
viernes, 9 de mayo de 2008
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4 comentarios:
Me encanta la foto, Lilith. Supongo que me sale la vena lingüista, y también sueño que ese tropismo que sentimos por las palabras nos fuese devuelto por las páginas.
Un fuerte abrazo, de palabra. :-)
Therfer, por la persona tan especial que tenemos en común, me alegra mucho verte por aquí... En mis años mozos yo solía rodearme/cubrirme de libros (físicamente) y era una sensación muy parecida a la de la foto, un besote...
Hola pepunto, de acuerdo con que lo que das también se queda en ti y con que esperar (así sin más) desespera... pero la verdad es que a veces lo bueno vuelve (sin esperarlo) y es muy grato, y que en circustancias muy difíciles mientras hay vida hay esperanza y la esperanza es un modo de espera aunque cubierto de buenos deseos, un saludo
lo que se da tiene que poder devolverse, porque así se cierra el círculo de unión. Si uno da continuamente sin esperar nada, con el tiempo, inconscientemente, uno empieza a pensar que da demasiado y se frustra frente a la respuesta de los demás. Con el tiempo eso genera una relación desigual.
Hay que cuidar lo que uno da, para que no abrume.
lo siento pero me salió la vena de psicoterapeuta aficionada
Te leo hace algún tiempo, gracias a "la persona que tenemos en común". Quizá porque, aunque parezca increible, todos estamos a seis grados de separación.
Des-cubierto, de libros y de silencio. Un besazo,
Therfer
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