Autor Juan Cordero Ruiz
La abuela Dolores, que nació hace dos siglos, era una andaluza de pura cepa con moño y delantal. Vestida siempre de negro, promesa de un luto que no era por mi abuelo que estaba vivo, rezaba el rosario con el mismo fervor que recitaba poemas o tarareaba antiguas canciones de tradición oral. La abuela Dolores, mi abuela, era mujer de aldea y culta, y no porque leyera mucho (que leía), sino porque el haber parido 10 hijos, perder tres, pasar la guerra, ser arrancada de tu aldea y trasplantada a otro lugar, enseña mucho, si no demasiado. Mi abuela no perdió jamás la sonrisa de su boca, ni se cortó el cabello que le llegaba a la cintura y a sus ochenta y tantos todavía era más negro que gris. Hoy sería el cumpleaños de mi abuela Dolores, mujer donde las haya, una de las responsables de que yo fuera, con apenas tres años: la niña-diccionario.
3 comentarios:
Esas abuelas andaluzas son luchadoras natas. De ellas hemos sacado la pasión y la fuerza.
Muy tierno, Myriam. Te quiero. Gracias por curarme como una princesa herida de guerra.
en mis mañanas de pesadillas, casualmente, amanezco con tu blog lleno de recuerdos que me hacen llorar y liberarme
te quiero
tu sister
¡Que recia y buena era tu abuela! No me extraña que te inspire estas preciosas palabras. Te felicito.
Victoria Cardona
www.vidadefamilia.org
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